Mis viejas cartas

Anduve estos días con mucha sed de lectura y con mucho mal humor e histeria. Poco social como de costumbre me encerré varias noches seguidas a darle matraca a unos libros de Poe y Lovecraft. Creo que salí ilesa de los miles de cuentos que pude devorar pero como seguía sedienta agarre una antología poética de Pessoa y un cajoncito de birra.
Leí una poesía al azar y me puso de buen humor, decía así: Todas las cartas de amor son ridículas/No serian cartas de amor si no fuesen ridículas/ También escribí en mi tiempo cartas de amor/como las otras, ridículas./ Las cartas de amor, si hay amor/tienen que ser/ridículas. Pero, al fin y al cabo,/sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor/sí que son/ridículas./Quién me diera en el tiempo en que escribía/sin darme cuenta
cartas de amor/ridículas./La verdad es que hoy mis recuerdos/de esas cartas de amor
sí que son/ridículos./(Todas las palabras esdrújulas,/como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente/ridículas).
Tras esta lectura y considerando que soy una memorable ridícula o una ridícula memorable, decido abrir un viejo cajón lleno de recuerdos pelotudos que una va acumulando al pedo. Entre otros vestigios que no sirven para nada encontré algunas cartas de amor, las primeras que escribí a un boludito que vivía al frente de mi casa.
Con una letra destartalada y enamorada le decía las siguientes cosas:

“Hola pelotudo…me enteré por un pajarito llamado Martín que gustabas de mí. Fue una buena noticia porque pensé que eras puto. Aun así me caías bien aunque tengas cara de chupa pija y me alegra saber que no te gustan los nenes”

“Querido vecino, estoy podrida que cada vez que en el recreo pasas por atrás mío me tires de las trenzas…¿por qué mejor no me apretas un cachete del culo que tiene mas onda y no tira tan fuerte como el cuero cabelludo?”


“Pedazo de papanata, dice mi papa que la próxima vez que llames a mi casa dieciséis veces seguidas y cortes cuando te atienda te va a romper el culo a patadas.”


“Le doy esta carta a Lautaro para que te la de a vos porque las maestras no me dejan subir adonde están las aulas de sexto grado porque yo soy de quinto entonces se pudre todo. El trámite me costó meterle la lengua hasta la garganta a este forro con voz de pito pero me dijo que te la iba a dar personalmente. Quisiera saber cuando carajo le vas a decir a las zorras de tus hermanas que somos novios así puedo ir a charlarte en el recreo sin que esas lechonas se rían de vos.”

“Estoy muy feliz de que seamos novios porque se me estaban yendo los ahorros en el kioskito de la escuela pero como tu papa tiene su propia golosinería me re cabe gulear de arriba y creo que es por eso que me caes tan bien vos y que me cae tan bien tu papa que tiene buena onda y no como la pajera de tu mama que parece que le hacen falta algunos cuantos favores porque tiene una cara de ojete que asusta igual que la de tus hermanas.”

“Che pibito quisiera saber cuando mierda nos vamos a besar. Yo se hacerlo, lo vi en la tele y para practicar me bese a todos los chicos de mi grado y a algunos del tuyo. Si vos no sabes como hacerlo yo te voy a enseñar pero me parece que ya es hora.”

Puede resultar raro que yo, la emisora, conserve estas cartas en mi propiedad. Lo que sucede es que un día la madre de este pavote vino a hablar con la madre de esta genia y a mostrarle las ordinarias cartas que le enviaba a su hijo. Mi mama me tiro de las orejas y me hizo rezar muchos padre nuestro arrodillada en mi pieza. Pero se olvidó de pedirme las cartas y por eso las conservo como recuerdo de mi primer amor. Si no hubiera sido por culpa de que ese navo no supiera esconder las cosas posiblemente nuestra relación hubiera prosperado y mi pluma hubiera redactado muchas mas ridiculeces.
Ahora lo veo a este muchacho. Tiene una novia que se parte, es ingeniero y tiene un auto de esos que a muchas mujeres les hace caer la bombacha. Dicen que el solo aleteo de una mariposa puede cambiar el curso de la historia y pienso, entonces, que si este muchacho hubiese seguido conmigo con suerte tendría una bicicleta destartalada para salir a la noche a comprar vinito en caja para traérselo, feliz y contento, a su sedienta mujer.