good bye lenin (nada que ver)

Si hay algo mas feo que pisar mierda descalza y el dolor de culo juntos es ponerse sentimental y asquerosamente sensible.
Pero a todos nos toca.
Las despedidas tienen olor a bolas transpiradas y apestan pero siempre llega el momento de despedirse de algo.
Yo decidi mudarme de ciudad y por ende, debo despedirme de un lugar que me encanta y de gente que tambien me encanta y odio tener que admitir que haya algo que me encante.
La despedida se concreto en una fiesta bizarra en mi casa, con gente en pedo y con cajas y muebles encintados a lo gitano. Fue horrible el derroche de sensibilidad berreta...berreta pero sincera.
Sobre todo por que cuando todos estamos borrachos nos queremos mas que de costumbre con los otros y nos dan ganas de llorar por el adios y de abrazarnos como nunca y de escupir inentendibles palabras querendonas. El bajon es que en la despedida, sorprendentemente (se me pego esa palabra) yo no estaba beoda por cuestiones de nervios y responsabilidades, motivo por el cual debia lidiar con toda la murga de cachivaches que lloraban y bebian y recordaban mis bochincheras anecdotas. Debo confesar que no me gusta la gente en pedo cuando estoy careta que eso pasa casi nunca pero hay que aguantarsela porque una tambien se pone pesadita cuando esta bien adobada por el escabio.
Y ahora, a pocas horas de partir, me agarra el bajon y el kiosquero no quiere venderme ni una petaca de piña colada porque son las 9 de la mañana y yo le digo que se meta la petaca en el orto y como poronga voy a hacer para dormir en el viaje si no estoy borracha y contar vaquitas me aburre y el paisaje sureño es una bosta arida y marron depresivo y la concha de la lora, las tripas se me estrujan...me agarran las ganas de no irme y estoy histerica y què kiosquero de mierda.
Me llevo de este lugar muchas cosas lindas y un higado arruinado.

En fin, post cortito como patada de chancho, con catarsis de una borrachera que no pudo ser.
Maldito alcohol.
Salud!